"Muerte en Venecia" es una de las películas más polémicas del controvertido director italiano ,Luchino Visconti.Por una lado,están los que piensan que es una de las mayores obras de arte del cine y por otro,los que creen que no es más que un tropiezo del director milanés.
Yo me encuentro en el primer grupo,en el de los que adoran cada minuto,cada imagen de Muerte en Venecia.Desde la escena inicial en el que vemos a un cansado Aschenbach en el barco acercándose al Lido Veneciano hasta el final en la playa.
Luchino Visconti construyó a partir de la novela del mismo nombre de Thomas Mann,un film de desmesurada belleza que irradia poesía por los cuatro costados acentuada por la estética operística que inició con Senso y que aquí alcanza su máximo esplendor, acompañada por la música de Gustav Malher(Von Aschenbach es su alter ego) y por la fotografía de Pasqualino de Santis.
El otro pilar de la película es un impagable Dirk Bogarde (ésta era su segunda colaboración con Visconti tras la no menos polemica "La caída de los dioses").
Aquí,Bogarde interpreta a Gustav Von Aschenbach,un compositor que llega a Venecia intentando olvidar su último fracaso.Es Aschenbach un hombre maduro y racional obsesionado con la moral y con la búsqueda constante de la belleza.
En su estancia en Venecia se enamorará del jóven Tadzio (Bjorn Andersen)al que persigue disimuladamente por el hotel y las calles de Venecia asoladas por una peste de cólera.Pero,más que un deseo homosexual,la relación de Gustav y Tadzio (no cruzan una sóla palabra en todo el film) es algo muy intelectual.Gustav ha encontrado la belleza que buscaba.Esto no quita para que al mismo tiempo,y aunque se trata de "algo muy limpio" en palabras del propio Mann,Gustav piense que los valores en los que ha sentado su vida se han venido abajo.
Atormentado por sus sentimientos,Aschenbach se abandonará a la peste y dará lugar a uno de los finales más misteriosos:Aschenbach tumbado en una hamaca de la playa observa a Tadzio que se adentra en el mar señalando un punto infinito en el cielo mientras el tinte de su pelo y el maquillaje se mezclan creando una máscara grotesca.
Yo me encuentro en el primer grupo,en el de los que adoran cada minuto,cada imagen de Muerte en Venecia.Desde la escena inicial en el que vemos a un cansado Aschenbach en el barco acercándose al Lido Veneciano hasta el final en la playa.
Luchino Visconti construyó a partir de la novela del mismo nombre de Thomas Mann,un film de desmesurada belleza que irradia poesía por los cuatro costados acentuada por la estética operística que inició con Senso y que aquí alcanza su máximo esplendor, acompañada por la música de Gustav Malher(Von Aschenbach es su alter ego) y por la fotografía de Pasqualino de Santis.
El otro pilar de la película es un impagable Dirk Bogarde (ésta era su segunda colaboración con Visconti tras la no menos polemica "La caída de los dioses").
Aquí,Bogarde interpreta a Gustav Von Aschenbach,un compositor que llega a Venecia intentando olvidar su último fracaso.Es Aschenbach un hombre maduro y racional obsesionado con la moral y con la búsqueda constante de la belleza.
En su estancia en Venecia se enamorará del jóven Tadzio (Bjorn Andersen)al que persigue disimuladamente por el hotel y las calles de Venecia asoladas por una peste de cólera.Pero,más que un deseo homosexual,la relación de Gustav y Tadzio (no cruzan una sóla palabra en todo el film) es algo muy intelectual.Gustav ha encontrado la belleza que buscaba.Esto no quita para que al mismo tiempo,y aunque se trata de "algo muy limpio" en palabras del propio Mann,Gustav piense que los valores en los que ha sentado su vida se han venido abajo.
Atormentado por sus sentimientos,Aschenbach se abandonará a la peste y dará lugar a uno de los finales más misteriosos:Aschenbach tumbado en una hamaca de la playa observa a Tadzio que se adentra en el mar señalando un punto infinito en el cielo mientras el tinte de su pelo y el maquillaje se mezclan creando una máscara grotesca.
”Quien ha contemplado la belleza con sus propios ojos está consagrado ya a la muerte”.
¡Qué razón tenías!
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